Como hemos dicho anteriormente, nos centraremos en la evolución del héroe desde Grecia, hasta el Siglo de Oro español atendiendo a las variaciones sociopolíticas que propiciaron el cambio de valores.
El héroe griego, pondremos como ejemplo a Ulises de la Odisea (depende de la traducción puede llamar Ulises u Odiseo), nace al calor de una civilización ya asentada. Sus bases filosóficas están claras desde el principio y aunque, evidentemente, la tradición hunde sus raíces mucho más profundamente que estos primero escritos, el héroe se adapta a unos valores que definen la sociedad griega de la época. El héroe griego es un héroe pagano y rinde culto a dioses que nada tienen que ver con el posterior héroe cristiano de la materia de Francia, o la de Bretaña. De cualquier modo sigue cumpliendo unas características que se repetirán hasta el resquebrajamiento de este arquetipo humano: es valiente, comprometido con su pueblo, sus orígenes son indiscutiblemente nobles, sus problemas difíciles de sup

Del héroe griego pasamos al héroe romano. El héroe romano, por ejemplo Eneas (que no deja ser griego, al fin y al cabo), es muy similar al griego en cuanto a características heroicas, la diferencia entre Eneas y Ulises, Aquiles o Hércules radica en que en la época en la que Virgilio escribió su Eneida, el género épico ya tenía una tradición de la que carecía en tiempos de Homero; por tanto su autor, Virgilio, deja entre ver en su poema su cosmovisión (Weltanschauung) y participa pues como persona en el poema; deja su huella, cosa que los autores de los otros poemas épicos no hacen.
Y es entonces cuando llegamos a los Años Oscuros de la Historia: el medioevo. A partir del siglo III d.C. el Imperio Romano entra en crisis. No es una simple crisis, es una crisis general, los valores del pueblo romano caen, se producen robos y atracos, el Emperador posee una extensión de terrenos tan grande que es imposible manejarla (teniendo en cuenta las circunstancias de comunicación de la época). Las guerras civiles comienzan en diversos puntos del Imperio con pequeñas rebeliones militares que poco a poco desbaratarán el Gobierno central. Al mismo tiempo, en las fronteras, los bárbaros (sobre todo los germanos) comienzan una lenta invasión pacífica. Los germanos realizan foedus con Roma, consiguiendo así el rango de aliados o federados, no súbditos. Paralelamente, el Cristianismo comienza a tomar auge, los seguidores de la nueva religión son perseguidos a pesar de ser cada vez más los adeptos. Finalmente en el 313, Constantino y Licinio emiten el Edicto de Milán en el que se declara la libertad de culto. Por entonces ya la mitad de la población del Imperio profesaba la religión cristiana. Pocos años más tarde las invasiones se van haciendo cada vez más violentas, los godos invaden Hispania y el norte de África (hacia mediados del siglo IV) y Alarico saquea Roma en 410. Finalmente el Imperio de occidente cae en 476 cuando el Emperador Rómulo Augústulo es depuesto cayendo en manos germanas la parte occidental de Europa.
Es entonces cuando el héroe europeo-occidental se cristianiza, a partir del siglo IV, una vez desaparecida la cultura romana surgen diversos mitos en la distintas regiones del Antiguo Imperio, así pues tenemos numerosos héroes cristianos en el norte de España y Francia (los franceses más notables serán sin embargo después del Imperio Carolingio), así como el nacimiento en tierras británicas del mito de Arturo, “rex quondam rexque futurus”. Podemos dividir en dos etapas esta época:
Una primera etapa abarca los cinco primeros siglos después de Roma, esto es del año 500 d.C. al año 1000 d.C. Tiene que ver con el asentamiento definitivo de los pueblos godos sobre el sustrato romano: los pueblos godos, que venían del norte, ya habían adoptado el latín como lengua propia de manera que se conservan casi todas las costumbres romanas pero bajo un diferente régimen de gobierno (comienza la etapa feudal). Es una invasión pacífica. Hemos de contar también con el sustrato preexistente en algunos pueblos (norte de España y Francia, Irlanda y Bretaña) que deja también la influencia de los pobladores prerromanos adscritos a la cultura céltica (de ahí las ricas mitologías paganas de estos lugares que aún hoy en día se conservan). Los héroes celtas como Bran (que aún hoy se conserva viva su leyenda en Galicia, por ejemplo) cobran relevancia, pero también en el norte de España surgen los primeros mitos cristianos, como la famosa batalla de Covadonga donde el primer rey cristiano de lo que fuera Hispania, planta cara a las invasiones árabes (mito del rey Don Pelayo, del que se hablará posteriormente). Ésta es también la época de Carlomagno, fundador del Sacro Imperio Romano Germánico y sobre el que se inspiró gran parte de la literatura épica francesa de la siguiente mitad del medioevo.
La siguiente mitad de la Edad Media se caracteriza por una relativa paz (recordemos los sangrientos episodios sobre la sucesión del trono que hubo en los reinos hispanos por ejemplo) y por una recuperación demográfica y económica. El comercio de lana y cereales está en auge y la población en torno a las ciudades comienza a crecer. En estos núcleos urbanos comienzan a desarrollarse distintos negocios diferentes al sector agrario y la economía europea comienza a moverse de nuevo. Este movimiento económico propicia sucesivos reajustes en la política interior de cada territorio llevando lentamente a las clases bajas de la nobleza a un papel meramente simbólico. Es en este momento cuando todos los mitos creados en los cinco siglos anteriores comienzan a tomar fuerza de nuevo como modelos de persona

La caballería sublima sus aspiraciones [las de la nobleza] y define ante todo una clase de derecho más que de hecho, queriendo constituirse como una “orden”, un ordo, de inspiración divina, frente s los clérigos y a los villanos y sobre todo ante esos burgueses que, con sus ganancias y su trabajo, adquieren cada vez un poder mayor sobre la economía y la política.[2]
Con todo esto, hacia mediados del siglo XV llega el Renacimiento a Europa. En realidad, el Renacimiento no llega a todos los países de manera uniforme sino que nace en Italia con los nuevos conceptos políticos que incluyen las teorías de Maquiavelo (por ejemplo) y que excluyen la religión. Es el nacimiento de una época antropocentrista que da a los hombres el poder sobre otros hombres (siendo estos primero elegidos y representantes de Dios, claro). Tras los azotes bacteriológicos (la peste negra) y las guerras de la Baja Edad Media, la sociedad se sume en un caos de credo y de comportamiento, se multiplican las asociaciones de ladrones y asaltadores de caminos y los nobles, propietarios de las tierras las dedican a la ganadería trashumante. La sociedad necesita un cambio y es cuando comienza el Renacimiento.
El Renacimiento no es exactamente una época de grandes avances científicos, recordemos que la Antigüedad Clásica es modelo de los grandes sabios y por tanto defensores de teorías como el geocentrismo (los que refutaron estas teorías fueron enviados a la cárcel, como Copérnico). Pero sí es la definitiva elevación de las lenguas vernáculas a la categoría de lenguas nacionales tan válidas como el latín.
Todos estos cambios tienen una repercusión social, cada vez es menor el papel de la nobleza y surgen los primeros brotes de los que más adelante será el Absolutismo. Cada vez es menor el papel del héroe cuando en algunas naciones hay soldados conquistando nuevos territorios, héroes vivos como Hernán Cortés o Pizarro (que más adelante perderán mucho prestigio al escribirse las Crónicas de Indias). Por otro lado, las literaturas picaresca y pastoril comienzan a tener tanto peso como la novela caballeresca que es la que nos lleva de la mano de los héroes, de este periodo son destacables en la literatura española héroes como Amadís de Gaula (cuyo origen es supuestamente, portugués) o Tirante el Blanco (Tirant lo Blach), los “best sellers” de la época. El desprestigio de este héroe, que recuerda demasiado a una época feudal poco agradable para una mayoría de pueblo llano lleva a que cada vez sean menos las novelas de este tipo (aunque no disminuya el número de lectores) y que los aficionados al género tengan que bucear por las raíces Clásicas para obtener más material de lectura.
Todo este proceso de decadencia nos lleva a la culminación del desprestigio del héroe a principios del siglo XVII, o al menos es lo que interpretaron los lectores de la época, con la publicación en 1605 de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, obra cumbre de Miguel de Cervantes. Desde un punto de vista actual no puede decirse que realmente, Don Quijote sea la representación del antihéroe en el sentido estricto de la palabra pues es un personaje con demasiada profundidad como para poder compararlo a los planos héroes de la última etapa de la caballería; pero vamos a dejarlo como punto final para esta pequeña muestra.
[1] “[…] En segundo lugar está la estructuración, que algunos dicen que es la primera, a saber la que tiene la trama doble, como la Odisea, y termina de forma contraria para los mejores y para los peores.” Aristóteles, Poética, trad. A. Villar Lecumberri, Madrid, Alianza, 2004 (p.66)
Se refiere (Aristóteles) a la “justicia poética”, esto es la recompensa a los justos y el castigos a los malvados.
[2]García Gual, C., Historia del Rey Arturo y de los nobles y errantes caballeros de la Tabla Redonda. Madrid, Alianza, 1983
4 comentarios:
A ver si me acabo ofendiendo: no me lo quieres mandar pero lo publicas en internet...
Muy interesante, eso sí :)
:P
Muy bueno el ensayo. Una figura heroica que es muy interesante, entre la antigüedad tardía y el principio del medioevo es la de Waltharius, en el tipo confluyen tres vertientes, la germánica, la clásica y la cristiana. Si podés dale una leída por que te puede llegar a interesar si estás en el tema del héroe.
Yo estoy haciendo una ponencia que abarca el viaje heroico desde siglo XIII al XX, es uno de los principales motivos en los que caí acá. :P
Saludos!
Publicar un comentario