José Ángel Valente es, a menudo, incluido entre la nueva hornada de poetas de la generación del 50 como Ángel González o Francisco Brines, éste nuevo grupo de poetas empieza a dejar atrás el uso del poema como instrumento trasmisor de una ideología a partir del fin de la dictadura (1975). Puede decirse que la poesía en esta época evoluciona a una interiorización de la misma creándose a sí misma desde la expresión del signo. En la poética de Valente, esta evolución se hace patente casi desde el principio de su obra, yendo cada vez más hacia una poesía de carácter hermético y con rasgos místicos.
Puede decirse la actitud ante el poema que Valente adopta es, en la mayoría de los casos y especialmente en Tres Lecciones de Tinieblas, una actitud pasiva, de contemplación. Aquí, la experiencia creativa es a la vez tema y objeto de las representaciones. Según el mismo Valente, Tres Lecciones de Tinieblas no es sino una combinatoria basada en dos ejes: el vertical que es donde residen las letras, la esencia creadora y el horizontal, donde reside la Historia y junto a ella todas las historias contadas y por contar. En el universo de las letras reside la Creación o lo que es lo mismo “El Santo, bendito sea, reside en las letras”, las letras son el Dios de la imagología Valentiana. Es por tanto, el poema un conocimiento “haciéndose”. La poiesis surge de la valencia múltiple de todas y cada una de las letras.
Dice Valente que “Los catorce textos que componen Tres Lecciones de Tinieblas […] pueden leerse, pues, como un poema único: canto a la germinación y del origen o de la vida como inminencia y proximidad.” (Valente, p.223: 2002) Es este poemario pues, para el mismo autor un único poema, una Ursatz, que es el movimiento primario de la vida y que conlleva el movimiento de todas las letras, del Signo. Es una búsqueda del Poema Único en torno al cual todo poeta crea su obra, lo dicho en esas creaciones permanece en el limbo de lo no-dicho pues es lo que está en los símbolos el mensaje subyacente de cada fragmento de Poema Único. Se dice todo a la vez. El lugar donde habita ese Poema Único es la fuerza primaria que mueve toda la esencia creadora de aquello que aparece como ritmo. Desde una lectura única de Tres Lecciones de Tinieblas, brillan todos los poemas como conjunto. Todos y cada uno de ellos dicen lo mismo, dice el mismo canto de Valente al Signo, al Sinn¸ de ahí que puede leerse como una unidad integradora del Poema Único que es la Ursatz del autor.
El empleo de las imágenes de este poemario requiere un apartado para él solo. Valente emplea una imaginería influida por numerosas fuentes, la Biblia, la Toráh, la cabalística, otros poetas (ej. Paul Celan), mitologías diversas e importantes figuras del ámbito filosófico tan lejanas en el tiempo como Heráclito, filosofías orientales o Martin Heidegger.
Surge pues ante nuestros ojos un universo de imágenes que parten del umbral, del cero en la primera letra, alef, junto con Adán, el relámpago, creación de todo lo terreno y la sangre, la vida.
La vida comienza pues en la oscuridad, en lo cóncavo que es la matriz materna y centro de expansión de toda nueva vida, ahí en el amnios, en las aguas tiene lugar la nueva vida necesitada del Signo que la confirme como tal: “sobre las aguas, ven sobre las aguas: dales nombres, para que lo no que no está esté” o “lo que palpita tiene un ritmo y por el ritmo adviene: recibe y da la vida” (Valente, p.217: 2002). Son pues imágenes del ámbito de la previda (llamaremos así al estado que completa el círculo antes de la vida y tras la muerte), el pez (primera forma de todo ser viviente según estudios paleontológicos), el agua que está quieta pero fluye pues la quietud es fuente de todo movimiento y lo cóncavo, lugar donde habitan estos elementos de la previda que es la primera lección.
En la segunda lección, sin dejar de aparecer signos de la primera, como lo cóncavo, Valente introduce nuevos elementos que hace que la narración poética cambie de color por así decirlo: “el vagido brutal de lo que yace y pugna hacia lo alto” “respírame y expúlsame” (Valente, p.220: 2002), aquí es donde aparece la figura del eterno retorno, el pez, la paloma que vuela hacia lo alto y que acaba consumiéndose, siendo sierpe en la tierra de nuevo. Lo cóncavo que está dentro hace salir la vida pero ésta se consume por la raíz invertida que es la llama que es a la vez dadora de vida, ascensión y provocadora de la extinción y la vuelta a la tierra a la raíz primaria no invertida.
La tercera lección nos lleva a tercera instancia de la existencia, la muerte, en esta lección se halla uno de poemas claves del libro, “Nun” que es final y el principio recurriendo así a la idea de eterno retorno, idea que fue parte de la filosofía alemana del siglo XIX con autores tan conocidos como Nietzsche en su obra Die fröhliche Scienza, 1887, en la que afirma que el tiempo, al ser infinito da lugar a que se produzcan una y otra vez las misma acciones en el mismo orden y exactamente de la misma manera: “se alimenta a sí mismo igual que un padre hembra” (Valente, p.222: 2002). De este modo, Valente nos lleva a través de la última lección por un universo de estructuras sintácticas repetidas y de enumeraciones que siguen el esquema ya citado de “previda-vida-muerte”, “de alef a tav se extiende yod” (Valente, p.221: 2002) y sobre todo “la mano es un gran pájaro incendiado que vuela hacia poniente y se consume como una antorcha de oscura luz”. La existencia implica para él una unión, por así decirlo, con lo no existente y medio de las dos caras es donde reside el Signo el punto donde comienza la respiración, alef y nun al mimo tiempo.
sábado, 6 de octubre de 2007
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